miércoles, 20 de octubre de 2010

TARDES DE FÚTBOL

Lo poco o nada que sé de fútbol me lo debo a mi misma, quizá a mi desidia o a mi poca retentiva para memorizar alineaciones, posiciones, normativas y demás…

Lo bastante que sé de emociones, y de entre ellas concretamente las que te provoca tu equipo, lo aprendí de dos de los grandes hombres de mi vida, mi padre y mi abuelo.

Ayer, en la puerta 57, viendo ir y venir aficionados que buscaban su puerta con una mezcla de nervios e ilusión (los mismos que tenía yo) recordé mi primera tarde de fútbol en el Bernabéu, tan distinta y tan parecida a la de ayer…

Fue hace muchos años, aquellos que sepan de historia del fútbol puede que lleguen a decirme fecha exacta, hora, alineaciones, etc.… Yo sólo recuerdo algunas cosas, las suficientes para que siga considerándolo como uno de los días más especiales de mi vida.

Llegué al estadio Santiago Bernabéu con la bufanda de mi Madrid, una mochila con bocatas de jamón para 3 y un corazón infantil lleno de ilusión. Llegamos pronto, porque aquellos hombres que me llevaban cada uno de una mano temían las aglomeraciones. El Madrid jugaba contra el Real Club Deportivo Español un partido de liga. No recuerdo mucho, pero sé que en el campo calentaban Michel, Butragueño y Martín Vázquez.

Ayer, llegué en el autobús urbano 147, después de un día de trabajo más o menos largo, sin bufanda, ni mochila, ni bocatas; pero con la misma ilusión en un corazón ya no tan infantil. No llegué con tanto tiempo pero tampoco lo viví como una aglomeración inmensa. El Madrid, mi Madrid, jugaba contra el Milán un partido de Champions. Recuerdo bastante, claro, podría daros la alineación completa (del Madrid, no del Milán) pero no pretendo hacer de este post una crónica deportiva, jugaba Xabi Alonso, Pepe y Casillas entre otros muchos.

Cuando era una niña, las dimensiones del Bernabéu me superaron. Ayer, como cada una de las veces que he vuelto desde entonces, conociendo lo grande que es, volvió a impresionarme, y a hacerme sentir pequeñita.

Hace muchos años me tomé una coca cola. Ayer, una cervecita con limón.

Aquel día de mi infancia no podía parar quieta en la silla. Ayer, tampoco.

En un lejano día, cuando mi padre y mi abuelo tenían un ojo en el campo y otro puesto en la pequeña de un lado para otro (ellos y gran parte de la grada, no había muchas niñas por aquellos entonces en los partidos) el Madrid ganó 5-1.

Ayer, de risas con una amiga, con un ojo en el campo y otro en el Ingeniero en la Grada (gracias, Vito) que se sentaba delante, en una tarde de risas y nervios, el Madrid gano 2-0.

Yo no entiendo de fútbol. Entiendo sólo de emociones. Y el Madrid ayer, como aquella primera vez, me emocionó y me ilusionó.




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