jueves, 28 de octubre de 2010

ABRAZOS BIEN ESPICHADOS

Ayer, la Real Academia publicaba un diccionario de americanismos…

No sé si en ese diccionario viene la palabra que últimamente me ronda la cabeza, así que voy a hacer lo que pueda por definirla yo… ABRAZO ESPICHADO

Origen: Colombia

1. Dícese de aquel abrazo que se da con el alma. De esos que te hacen sentir alguien. Un abrazo de los que te quitan la respiración. Esos que dan las amigas de verdad cuando más lo necesitas, seas del país que seas. Vengas de donde vengas.

2. Dícese de ese que te llega al alma aunque no te lo den. De ese que sólo con cerrar los ojos sientes que te dan. Es un abrazo un poco más complicado, porque suele venir acompañado de una lagrimilla (en la acepción 1 también se contempla esta modalidad pero no sucede siempre).

También puede darse la posibilidad de que lo necesites recibir. El método es el mismo, cerrar los ojos y pensar en esa colombiana linda, de mirada alegre y sonrisa permanente, fuerte y decidida, que te ayudó a seguir y te apoyó, que es parte de ti, a la que despediste sin lágrimas en los ojos porque el nudo del estómago ni siquiera te dejaba tragar, menos aún llorar… Si la visualizas, entonces sentirás, como siempre que lo necesitaste, el ABRAZO MÁS ESPICHADO DEL MUNDO.

TE QUIERO Pachita


miércoles, 20 de octubre de 2010

TARDES DE FÚTBOL

Lo poco o nada que sé de fútbol me lo debo a mi misma, quizá a mi desidia o a mi poca retentiva para memorizar alineaciones, posiciones, normativas y demás…

Lo bastante que sé de emociones, y de entre ellas concretamente las que te provoca tu equipo, lo aprendí de dos de los grandes hombres de mi vida, mi padre y mi abuelo.

Ayer, en la puerta 57, viendo ir y venir aficionados que buscaban su puerta con una mezcla de nervios e ilusión (los mismos que tenía yo) recordé mi primera tarde de fútbol en el Bernabéu, tan distinta y tan parecida a la de ayer…

Fue hace muchos años, aquellos que sepan de historia del fútbol puede que lleguen a decirme fecha exacta, hora, alineaciones, etc.… Yo sólo recuerdo algunas cosas, las suficientes para que siga considerándolo como uno de los días más especiales de mi vida.

Llegué al estadio Santiago Bernabéu con la bufanda de mi Madrid, una mochila con bocatas de jamón para 3 y un corazón infantil lleno de ilusión. Llegamos pronto, porque aquellos hombres que me llevaban cada uno de una mano temían las aglomeraciones. El Madrid jugaba contra el Real Club Deportivo Español un partido de liga. No recuerdo mucho, pero sé que en el campo calentaban Michel, Butragueño y Martín Vázquez.

Ayer, llegué en el autobús urbano 147, después de un día de trabajo más o menos largo, sin bufanda, ni mochila, ni bocatas; pero con la misma ilusión en un corazón ya no tan infantil. No llegué con tanto tiempo pero tampoco lo viví como una aglomeración inmensa. El Madrid, mi Madrid, jugaba contra el Milán un partido de Champions. Recuerdo bastante, claro, podría daros la alineación completa (del Madrid, no del Milán) pero no pretendo hacer de este post una crónica deportiva, jugaba Xabi Alonso, Pepe y Casillas entre otros muchos.

Cuando era una niña, las dimensiones del Bernabéu me superaron. Ayer, como cada una de las veces que he vuelto desde entonces, conociendo lo grande que es, volvió a impresionarme, y a hacerme sentir pequeñita.

Hace muchos años me tomé una coca cola. Ayer, una cervecita con limón.

Aquel día de mi infancia no podía parar quieta en la silla. Ayer, tampoco.

En un lejano día, cuando mi padre y mi abuelo tenían un ojo en el campo y otro puesto en la pequeña de un lado para otro (ellos y gran parte de la grada, no había muchas niñas por aquellos entonces en los partidos) el Madrid ganó 5-1.

Ayer, de risas con una amiga, con un ojo en el campo y otro en el Ingeniero en la Grada (gracias, Vito) que se sentaba delante, en una tarde de risas y nervios, el Madrid gano 2-0.

Yo no entiendo de fútbol. Entiendo sólo de emociones. Y el Madrid ayer, como aquella primera vez, me emocionó y me ilusionó.




domingo, 3 de octubre de 2010

RUIDO BY JOSÉ MERCÉ

El sábado 2 de Octubre el ruido en Madrid sonaba diferente. Era un ruido que te llegaba a los oídos y te atravesaba el alma. Uno de esos ruidos que te ponen los ojos brillantes de emoción y la piel de gallina. Un ruido flamenco, gaditano, jerezano… Un ruido de esos que da gusto oír.

La Gran Vía y su tráfico infinito, como de fiesta, nos retrasaba, y llegamos tarde a la cita con el maestro, que a las 21:07 nos recibía a oscuras en la sala 1 de Teatro Compac Gran vía, a la luz de dos simples focos que le daban aún más fuerza a una voz desgarrada y un rasgueo de guitarra de esos que piden silencio absoluto para ser oídos.

José Mercé estuvo tal y como se esperaba de él. Nos deleitó con un recital flamenco, jondo y acompasado, de los que te arrancan sonrisas, lágrimas, aplausos y muchos oles, al principio tímidos, enormes al final.

Bulerías, fandangos, alegrías de Cádiz, una versión de Al Alba que te quitaba el sentío, Ruido y Aire. La presentación de un nuevo trabajo que suena a Mercé, que sabe a Mercé, que ES puro Mercé.

José Mercé se vistió de negro para recibir a un público escaso, que no llenó el teatro, pero que no decepcionó, que estuvo a la altura del maestro. Acompañado de mucho arte en el escenario, coro, cajón y guitarra, derramó su propio arte, regalándonoslo con fuerza, con valentía, con arrojo torero. Tanto valor tuvo, que se soltó la melena y nos regaló los sentidos sin micrófono, vestido con la única fuerza de su voz, que llenó el teatro de olés y a los que allí estábamos de orgullo, el de saber que el flamenco sigue vivo.

Su música nos enseñó ayer que “Diciembre está en la calle y la primavera dentro” del teatro (de la canción Contigo, dentro de su último álbum Ruido) y que “al amanecer se le llama Aurora”, y el sábado, en Madrid, el flamenco se llamaba JOSÉ MERCE.