lunes, 19 de marzo de 2012

No estoy en peligro. Yo soy el peligro

NO ESTOY EN PELIGRO. YO SOY EL PELIGRO. Es ella la que desconoce mis demonios. Es ella la que ignora el peligro que corre por estar a mi lado. Y ahora tengo que tomar una decisión. Quizás, la decisión más difícil de mi vida.

Enciendo un cigarro tras otro y el whisky ya ni siquiera afecta a mis sentidos, pero ni el tabaco ni el alcohol harán que llegué a la solución. No me darán la respuesta. Sé que sólo tengo dos salidas, y ninguna de ellas es fácil.

Puedo callar. Ocultarle para siempre mis tinieblas y esperar, pacientemente, a que un día de nuevo aflore la bestia y la devore. Ella, tan frágil, caerá sin poder hacer nada. Ella, tan dulce conmigo mostrará la mueca de horror que tantas veces vi en el pasado y que borrará sus facciones de muñeca para enseñarme el Miedo, su Miedo. Y será un miedo con mayúsculas, que se quedará para toda la eternidad grabado en unos ojos que poco a poco perderán su luz en mis manos… y después moriré. Quizás siga vagando por este mundo de luz, pero seré una sombra sin ella. Y el día que realmente mi corazón deje de latir sólo será mi descanso.

Puedo contarle mi secreto. Hablarle de quien soy. Contarle todo acerca del peligro. Advertirla. Y luego… ¿qué? Luego me escupirá su desprecio, se dará la vuelta y saldrá de mi vida. Pero yo no saldré de la suya. Conozco la sensación. Cada noche, al salir a la calle del trabajo mirará a todos lados. Buscándome. Esperándome. Temiéndome. Y tendrá razón. Estará en peligro. Porque yo soy el peligro. Y siempre estaré con ella. Y moriré, porque no podré soportar su rechazo. No podré soportar su miedo.

Soy incapaz de dejar de llorar. Nunca antes había estado enamorado. Nunca antes había amado. Y ahora que he descubierto lo que es el amor he de despojarme de él. Porque haga lo que haga la perderé y entonces me perderé yo. Y la bestia despertará y no sabré ni querré dominarla. Si ella no está a mi lado no tiene sentido dejar de ser el que soy. Si ella no está conmigo, en realidad nada tiene sentido.

Abro la ventana y el humo empieza a desvanecerse. También escapa. Guardo la botella casi vacía en su pequeño escondite. Me lavo la cara y vuelvo a la cama. Ella se estremece porque he metido bajo las sabanas el frío de Madrid. Se da la vuelta aún dormida y me abraza. Le beso el cabello y vuelvo a llorar.

Puede que, tal vez, la bestia nunca despierte.

Puede que lo mejor sea seguir así, abrazado a ella.

Puede que después de todo el peligro sea alejarme de su amor.

Puede que el peligro desaparezca.

De momento, dejaré de pensar. La vida tomará la decisión por mí, porque yo no puedo. Soy un cobarde, y por mi cobardía ella seguirá en peligro, pero ¿acaso alguien está realmente fuera de todo peligro?